Pedro Valtierra, habitante siempre vital de la imagen fotográfica, hoy nos reúne aquí para agradecerle el inestimable regalo que hace al ITESO y a su Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ, de la valiosa colección de libros y revistas que en torno a la fotografía ha formado a lo largo de su trayectoria profesional. Sabemos que esos títulos perfectamente podían haber quedado en su amada Fototeca del Estado de Zacatecas, que él mismo impulsó y que merecidamente lleva su nombre. De modo que nuestro agradecimiento es mayor, si cabe decirlo.

Protagonista destacado del fotoperiodismo nacional y militante de las mejores causas por la justicia y la expresión crítica, su obra e inquietudes sociales y creativas tienen una manifestación paralela en la construcción de su biblioteca. En sus libreros desfilan, por supuesto, los grandes nombres de la fotografía nacional, de pioneros como la saga Casasola y el registro de la Revolución Mexicana, a figuras recientes de la disciplina, que exploran nuevos caminos. Están ahí, los destacados fotógrafos del nacionalismo cultural, como Manuel Álvarez Bravo, Tina Modotti y Lola Álvarez Bravo. Luego, ya mediado el siglo y hacia los sesenta, los transterrados Hermanos Mayo, Mariana Yampolsky, y sus admirados Nacho López y Héctor García. Después Graciela Iturbide y el mismo Pedro, como parte del nuevo canon de la fotografía mexicana. Y así hasta creadores emergentes de los últimos años, en una renovación continua de la tradición.

Pero todavía más, pues cual renacentista contemporáneo, Pedro formó una biblioteca abierta a todos los puntos de vista y todos los horizontes. Aparecen ahí relevantes nombres de la cartelera internacional, como el hermoso y triste registro de la depresión norteamericana en la lente de Dorothea Lange o las nostálgicas imágenes de la vida cotidiana de entreguerras y también del júbilo de la liberación de París, vistos por Henri Cartier-Bresson y Robert Doisneau. Nicaragua con su revolución a cuestas y, por descontado, los masacrados estudiantes del México sesentayochero y luego la tragedia del terremoto de 1985. Magnum y Life en el centro de la edad de oro del fotoperiodismo e igual la reflexión ética sobre el campo. Más allá, la nota roja que Enrique Metinides volvió una manifestación del arte, dialoga en el librero con la experimentación y consolidación digital. La fotografía antigua por todo el país, en Zacatecas, Oaxaca, Veracruz, Jalisco, y los esfuerzos por preservarla a lo largo y ancho de la geografía nacional. Sí el fotoperiodismo, pero al lado la imagen antropológica o la belleza del paisajismo. Los fotógrafos ciegos y también la fotografía para ciegos y débiles visuales. Las publicaciones especializadas, con Cuartoscuro de la mano del propio Pedro Valtierra, y Luna Córnea desde el Centro de la Imagen, como ejemplos venturosos y felices de la bibliografía nacional. En fin, un mundo entero al cual asomarse.

La evolución, belleza y reflexión, en torno a la fotografía, están pues al alcance de nuestros estudiantes y académicos especializados en la disciplina, pero también de toda la comunidad universitaria interesada en el campo y, por extensión, de toda la zona metropolitana.

Tenemos la certeza que los más de mil volúmenes del nuevo Fondo Pedro Valtierra, recién desembarcado en esta casa de todos que es la biblioteca, ayudarán a resolver muchas dudas, permitirán descubrir saberes desconocidos, detonarán nuevos interrogantes retadores. Y, en fin, brindarán placeres inesperados a sus lectores, por lo que a nombre de todos aquéllos que serán convocados por las historias, el saber y la magia que encierran, ¡de nuevo, muchas gracias, Pedro!.