Encuentros, coincidencias y memorias en la construcción de la ciudad.

Ignacio Díaz Morales

(1905-1992)

Ignacio Díaz Morales nació en 1905 en la ciudad de Guadalajara. Se le reconoce como una figura central en la arquitectura contemporánea de Jalisco.

Su formación fue de ingeniero civil y arquitecto por la Escuela Libre de Ingenieros, donde se formó con bases sólidas que se manifiestan en su fructífera carrera. Desde sus primeros años como profesionista, se destaca su trayectoria en Ferrocarril del Sudpacífico con proyectos como la estación de Nogales y el Gran Hotel Playa de Cortés, donde demostró su gran compromiso y pasión por la arquitectura.

Díaz Morales se caracterizó por la depuración de las formas y su honestidad plástica. Sus contribuciones abarcan la creación de espacios emblemáticos como la Plaza de la Liberación y el edificio Plaza, así como las intervenciones en edificios históricos como la Catedral de Guadalajara, el Teatro Degollado y el Hospicio Cabañas.

Su legado educativo fue igualmente notable, fundó la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara en 1949, fue profesor en la escuela de arquitectura del ITESO y mentor de varias generaciones de arquitectos. Además de su legado arquitectónico, Díaz Morales fue reconocido por su pensamiento teórico.

Mantuvo relaciones de amistad y trabajo con destacados arquitectos como Luis Barragán y Rafael Urzúa. Su trabajo ha sido reconocido con diversos premios, como el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1989.

Horst Hartung Franz

(1919-1990)

Horst Hartung Franz nació en 1919 en Quedlinburg, Alemania, fue un destacado arquitecto y urbanista que estudió en la Universidad de Stuttgart en 1948. Después de su titulación se trasladó a vivir a la ciudad de Guadalajara para convertirse en catedrático en la Universidad de Guadalajara en 1951, donde dejó un significativo legado de cuatro décadas. Posteriormente obtuvo un doctorado en Planeación Regional y Urbana por la Universidad de Stuttgart en 1971.

Su impacto en la arquitectura de Guadalajara de los años sesenta fue notable, diseñó obras emblemáticas como el Mercado Alcalde, el Mercado Gómez Farías y la Unidad Deportiva Revolución donde proyectó el conjunto escultórico “La Familia”. Además, contribuyó al desarrollo de infraestructura educativa como la construcción del edificio de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia y la Facultad de Odontología ambas de la Universidad de Guadalajara.

Es destacable su interés por la arquitectura y el urbanismo mesoamericano que se vio reflejado en diversas investigaciones sobre la cultura maya y que también plasmó de manera importante en sus proyectos arquitectónicos. Impartió conferencias sobre arquitectura mesoamericana en diferentes partes del mundo y colaboró en proyectos de arqueoastronomía mesoamericana.

Es reconocido por su dedicación a la enseñanza en arquitectura, recibió numerosos premios y distinciones como la presea Jacobo Gálvez y la presea 12 de Octubre de la Universidad de Guadalajara, así como el título de maestro honorario de la Facultad de Arquitectura en 1988.

Julio de la Peña Lomelín

(1917-2002)

Julio de la Peña nació en 1917 en la ciudad de Guadalajara. Fue un arquitecto reconocido por su extensa producción durante su carrera profesional y sus aportes a la formación de arquitectos bajo el pensamiento moderno. Después de graduarse de la Universidad Autónoma de Guadalajara y de la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM en 1942, cofundó la Escuela de Arquitectura de Guadalajara.

La obra de Julio de la Peña se caracteriza por su innovación y su habilidad para integrar el contexto urbano con la arquitectura, utilizando grandes volúmenes y vanos vinculados con los espacios abiertos, para crear una conexión fluida entre el interior y el exterior.

Destacan proyectos emblemáticos como la Glorieta de la Minerva, la Biblioteca pública y Casa de la Cultura Jalisciense Agustín Yáñez, así como diversos mercados y edificios de vivienda en la ciudad.

Su enfoque en la tecnología y las estructuras ha sido fundamental para su reconocimiento, especialmente en proyectos como el Condominio Guadalajara que le ha valido prestigio en el diseño y cálculo estructural.

La influencia de Julio de la Peña se extiende más allá de Jalisco, dejando una marca perdurable en la arquitectura mexicana. Su enfoque en la excelencia constructiva y su capacidad para satisfacer las necesidades del cliente y del entorno, se reflejan en proyectos como el centro cívico de Lomas del Valle, donde su legado de calidad y claridad en el diseño sigue siendo evidente.

A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios y reconocimientos por sus proyectos, incluido el premio José Clemente Orozco de arquitectura en 1955 y el Premio Arquitectura Jalisco en 1988.